Este mes, el tatuador, Scott Campbell, decidió que regalaría tatuajes durante un evento que él llamó Whole Glory en el Milk Gallery. Sólo que hubo un pequeño giro: nadie podía hablar con él ni verlo.

Los ganadores del sorteo que se llevó a cabo para elegir a quién le tocaba tatuarse debían introducir el brazo en un hoyo en la pared, donde del otro lado empezaba a trabajar Campbell.